Los gobiernos anteriores debilitaron las finanzas públicas por mantener pagos bajo la mesa, mientras que hoy el Presidente Bukele actúa a favor del desarrollo nacional

El Gobierno del Presidente Nayib Bukele ha conseguido mantener las obligaciones financieras del Estado al día, incluso en medio de las dificultades que impuso la pandemia por COVID-19. 

Esta utilización adecuada de los recursos fortaleció la confianza de los organismos multilaterales y de las naciones amigas para contribuir con diversos paquetes de financiamiento, en beneficio de los salvadoreños.

Pero una de las dificultades que ha encontrado el Poder Ejecutivo es el peso de la deuda pública sobre la producción interna, porque reduce el margen de maniobra de las finanzas públicas.  

Esta es una herencia de los gobiernos anteriores, cuando los partidos políticos que dirigieron al país ocuparon fondos públicos para repartir regalías entre sus aliados, ex funcionarios y organizaciones para comprar una “falsa gobernabilidad”. 

El asesor jurídico de la Presidencia, Javier Argueta, explicó que las administraciones públicas precedentes endeudaron al país para mantener grupos privilegiados. 

“Cambiaban rubros para pasarlos a la partida secreta, después acudían a deuda. Esa deuda no era orientada a la construcción o salud, es decir, el ejercicio de los derechos fundamentales estaba mermado”, señaló Argueta.

En un evidente abuso de sus posiciones, los exfuncionarios quitaban el dinero dirigido a las actividades institucionales para llenar los bolsillos de sus socios. Luego se quedaban sin recursos para los proyectos que sí eran de interés público y era entonces que acudían a préstamos o títulos valores. 

“Eso elevó el endeudamiento a cantidades exorbitantes y que no sirvieron al desarrollo del país”, agregó el asesor jurídico.

De esta manera, el país llegó a un 70 % de la deuda pública en relación con la producción nacional. Pero al mismo tiempo se tenían días con más de 10 homicidios, solo 30 camas de cuidados intensivos en los hospitales, escuelas abandonadas, empresarios desmotivados y jóvenes sin oportunidades.

El Presidente Bukele y su gabinete ya comenzaron a transformar al país, con fondos propios y con financiamiento externo de forma responsable y ordenada. 

Así, los indicadores negativos están cambiando: el promedio diario de homicidios bajó en un 75%, hay más de 1,000 camas de cuidados intensivos funcionando, los estudiantes reciben sus computadoras, en un mes se generaron más de 10,000 empleos y la economía se recupera con una velocidad que puede llegar al 6 % este año, lo que confirma las acertadas políticas públicas y el buen trabajo realizado, cuando no hay sobresueldos de por medio.