Gobierno del Presidente Nayib Bukele continúa el combate frontal contra las pandillas mediante la aplicación constitucional del régimen de excepción

El Gobierno del Presidente Nayib Bukele, a través del combate a las pandillas, mediante el instrumento legal del régimen de excepción, ha logrado la captura de más de 50,000 miembros de estos grupos criminales en menos de seis meses.

 

Lo que hemos visto son acciones de operaciones quirúrgicas de la fuerza pública en las que llegan, capturan y ponen (a los criminales) a la orden del juez”, consideró el vicepresidente de la República, Félix Ulloa.

 

El régimen de excepción ha sido el medio utilizado por el Gobierno para proveer a las fuerzas del orden público un marco normativo que les permita actuar conforme a la Constitución de la República.

 

Su efectividad es innegable, a pesar de la oposición política, cuyos voceros se aferran a señalar sin éxito violaciones a los derechos humanos y un Estado dictatorial, pasando por alto que en los dos gobiernos del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) hubo más de 40,000 salvadoreños asesinados.

 

Esos son datos escalofriantes y ahora salen estos voceros rasgándose las vestiduras, cuando en ese tiempo eran parte de las oenegés que recibían financiamiento ilegal de parte de la Asamblea Legislativa de la época”, señaló con contundencia el vicemandatario.

 

El régimen de excepción, aprobado por la población salvadoreña desde su implementación y sus posteriores prórrogas, ha permitido detenciones con pruebas y evidencias contra los miembros de pandillas.

 

Desde que se declaró la guerra contra las pandillas, el Estado salió en defensa de la población salvadoreña contra un enemigo despiadado y cruel que asesinaba, extorsionaba, violaba y desaparecía a la ciudadanía honrada y trabajadora”, apuntó el vicepresidente.

 

El país, cada vez más, ya no está sufriendo el terror y flagelo de las pandillas y sin dar un paso hacia atrás, esta labor gubernamental está empoderando a la población hacia una nueva realidad, lejos del pasado violento al que administraciones anteriores habían acostumbrado a los salvadoreños.